Una persona empezó la pedicura y la terminó otra. Eso fue lo de menos. Lo peor fue cuando una clienta se puso a comer y decidió quitarse la mascarilla cuando curiosamente apareció una cucaracha a saludar. La pedicura correcta pero por 45 euros me parece que es un imperativo cuidar más el servicio, la limpieza y poner límites a la clientela que piensa que está en el comedor de su casa. He ido tres veces y ya no volveré más.