
Los tratamientos con vitamina C tienen el poder de mantener a raya los efectos de los cambios de temperatura típicos del otoño, incluyendo el agrietamiento, la cuperosis y la discromía. Son capaces de fortalecer los capilares y así reducir el enrojecimiento y la irritación, así como de alisar y suavizar la piel, estimulando la producción de elastina y colágeno e iluminando la tez. Para un rostro más relajado y tonificado, los tratamientos a base de ácido hialurónico (que evitan la flacidez de la piel y al mismo tiempo la protegen de los agentes externos) o de baba de caracol, perfectos para rehidratar la epidermis.