La verdad es que, si tienes la piel sensible, seguro que la palabra ”exfoliar” no te da buen rollito. Las marcas y los salones te prometen grandes resultados con sus productos, pero tú solo piensas en no acabar como un pimiento. ¡Pues piérdeles el miedo! Te ayudamos a encontrar lo que mejor le viene a esa piel que tanto mimo se merece.
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1 Hazte un peeling superficial
Aunque tengas la piel sensible, el peeling sigue siendo una opción si se aplica en las capas más superficiales. Hazte una lista de todos los tratamientos faciales que hay y quédate con el más suave. ¡Así te aseguras de no acabar como una gamba!
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2 Aléjate de los peelings químicos
Efectivamente, hay sustancias químicas que pueden irritar tu piel con más facilidad… ¡y están por todas partes! Algunas podrían provocar grandes estropicios y empeorar la sensibilidad que ya tienes, por eso conviene utilizar productos suaves no agresivos, sin agentes irritantes, y evitar los que tienen aromas.
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3 Opta por los peeling caseros
Como los peelings químicos no son aptos para todo tipo de pieles, lo mejor es que inviertas en peelings caseros con productos suaves o naturales: miel, avena… Lo importante es que, sea cual sea el producto o el tratamiento, no incluya partículas agresivas o irritantes. Por ejemplo, el azúcar, mejor lejos.
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4 Más vale calidad que cantidad
Independientemente de tu tipo de piel, conviene exfoliarla a menudo para eliminar esas células muertas que le impiden el paso a las nuevas. Si la tienes sensible, distancia las sesiones de peeling y hazlas cada 10 o 15 días. Prueba productos distintos hasta que des con la fórmula perfecta. ¡Verás qué bien!