Amigo, hay veces que tu cuerpo tiene muy claro lo que quiere y te lo está pidiendo a gritos. Y tú… haciéndote el sueco. Si al menos una de estas cinco situaciones forman parte de tu día a día, significa que necesitas un masaje sueco urgentemente.
No lo dudes, escucha a tu cuerpo y mímalo un poquito. Porque se lo merece y lo sabes. Y ya verás cómo te lo agradece. Masaje sueco en 3, 2, 1…
-
1 No consigues recuperarte de ese catarro
Basta de enfermedades. Pasa de las sobredosis de vitaminas y los batidos vegetales y reserva un masaje sueco. Una sesión de 45 minutos será lo suficientemente potente como para reforzar tu sangre y conseguir que tu cuerpo se enfrente mejor a las enfermedades. ¡Salud!
-
2 Tienes mil dietas
Te presentamos la dieta detox 2.0: el masaje sueco. Este tratamiento utiliza unos movimientos firmes que siguen la dirección del corazón, lo que contribuye a drenar los residuos metabólicos de tu cuerpo. Y son esos mismos y extensos movimientos los que además promueven el drenaje linfático… ¡Adiós, odiosas toxinas!
-
3 Te duermes en el curro
Hay formas de pararle los pies a la somnolencia a última hora de la tarde sin tener que lanzarse a por un chute de cafeína. Este tratamiento se encarga de empujar la sangre hacia el corazón para darle un respiro a tus músculos. ¿Resultado? Te sentirás con más energía y vitalidad. ¡(Casi) mejor que una siesta!
-
4 Tus hormonas están revolucionadas
¡No van a ser solo tus músculos los que disfruten! Este masaje tiene un efecto positivo sobre tus hormonas, ya que experimentarás un aumento de la dopamina (responsable de la motivación y la estimulación) y la serotonina (la de la felicidad). ¡Nada mal!
-
5 Empiezas a notar que ya tienes una edad...
Vale, la adolescencia ya te queda un pelín lejos, pero aún puedes echarle un cable a tus sufridas articulaciones, por ejemplo, con este masaje. Las técnicas utilizadas impulsan el flujo sanguíneo hacia los principales grupos musculares y eso contribuye a relajar tensiones para volver a sentirte como en los viejos tiempos.